En Maldivas conviven una gran variedad de especies, entre ellas la tortuga verde que se encuentra entre las siete especies de tortugas marinas no extinguidas pero a día de hoy en peligro de extinción.
Su nombre vienen dado por la grasa que tienen bajo el caparazón y que cambia con el paso del tiempo. Las crías tienen el caparazón predominantemente negro, con conchas de colores claros, que cambia a un color café oscur o verde oliva al crecer. Cuando son adultas, su caparazón es totalmente color café, manchado o con una variedad de rayos.
Durante su vida también modifican sus hábitos de alimentación y su hábitat. Las crías son carnívoras y viven en mar abierto durante los primeros cinco años de vida (por lo que son difíciles de observar). Sin embargo, en su edad joven y adulta son herbívoras y viven en zonas costeras. Las hembras suelen volver a la playa donde nacieron a desovar (pueden llegar a nadar 2.600 km para ello) y allí esconden en la arena entre 100 y 200 huevos cada vez.
La tortuga verde viene en aguas tropicales y subtropicales, llegando a vivir hasta 80 años. Pueden llegar a medir más de un metro y medio y alcanzar los 200 Kg. de peso. Dado su gran tamaño, cuando son adultas sólo tienen dos depredadores, los humanos y grandes tiburones, aunque es debido a los primeros su estado en peligro de extinción.
Prácticamente todos los países del mundo tienen leyes que protegen estas tortugas, pero en algunos aún se cazan y se recolectan sus huevos. A eso hay que añadirle que muchas de ellas quedan atrapadas en las redes de pesca, y que la contaminación daña indirectamente sus poblaciones.
El gobierno de las Maldivas es muy consciente de la fragilidad de su ecosistema y de lo amenazadas que están las especies que viven en él. Es por eso que las tortugas verdes están protegidas por ley desde hace algunos años, como tantas otras especies que habitan sus aguas (Maldivas es un santuario para tiburones desde marzo de 2010).